jueves, 23 de octubre de 2008

Cultura Suburbana


¡Y luego dicen que no leo!, ¡qué sabrán ellos!, leo y mucho. Quizá sea la persona que mas lee en este mundo, pero nadie me cree. Y todo lo hago en menos de una hora, nada más, y siguen sin creerme. Les digo que lo hago todas las mañanas de camino al trabajo, no les miento, ya sea recostado sobre los asientos del metro o de pie asido a las barras para no caer, y me dicen que es imposible que lea porque nunca llevo un libro entre mis manos. ¡Ingenuos!, ¡incrédulas mentes cerradas! Les voy a demostrar que sí es cierto y no el cuento de un vulgar trovador. De hecho hoy mismo he estado leyendo. Atiendan.


Esta mañana, muy temprano, con la noche aun viva, tomé el metro en la estación de Pueblo Nuevo. Era pronto, pero ya había amanecido mucha gente en los vagones. Aún así logré tomar asiento. Pues verán, desde ahí hasta Ventas estuve siendo participe de cómo, entre palabras, se iba levantando poco a poco una catedral en la Kingbrigde de la antigua Edad Media. De Ventas a Rubén Darío, leí como un capitán español se batía el cobre en las turbias tierras de Flandes con arrojo y destreza inaudita. Hasta Callao pude ver como un enloquecido príncipe de Dinamarca mantenía una extraña conversación con una calavera. Desde ahí llegué a La latina pero no recuerdo nada. Era pronto, debí quedarme dormido, apenas había descansado la noche anterior. Después abrí los ojos y me vi acompañando en su encierro a un tal Edmundo Dantés hasta Marqués de Vadillo, y desde entonces hasta mi parada en Aluche, terminé de despertar desangelado por el trayecto mientras me consumía la historia de un hombre obsesionado por los latidos de un corazón enterrado.


¿Qué les parece? Si esto no es leer… cierto es que no llevo libros encima y que, a veces, la gente es tan celosa de su lectura que apenas alcanzo a vislumbrar no más que unas pocas palabras sueltas, pero cuando no esconden sus libros y pasan páginas a mi lado, bien que leo entonces. Ya les digo, quizá sea la persona que mas lee en este mundo, pero nadie me cree.

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