lunes, 13 de octubre de 2008

Historia de un rechazo


(ES UN HECHO REAL)

Ni falta que le hizo decirme nada para rechazarme. Hubiera agradecido un "no" al menos, pero nada, la chica hizo aquello de que "el que calla, otorga".

Pongámonos en antecedentes.

Madrugada yá en uno de esos locales de moda en los que las camisetas y las deportivas no son mas que reliquias de barrio bajo. Me encontraba con unos amigos de cumpleaños. Un poco desorientado, claro, con una calavera en la camiseta que ya me delataba como al león al que sacas de su hábitat (bueno león, ya sería cervatillo). En fín. El caso es que andaba por allí, tratando de mimetizarme con el ambiente, pegándole tragos a un extraño líquido compuesto por agua coloreada que se empeñaron en decirme que era ron, mezclado con una sustancia oscura con gas que llamaban Pepsi, que aun no alcanzo a entender como cojones se confundío la camarera cuando le deletreé a viva voz la palabra:
¡ C - O - C - A - C - O - L - A !

El caso es que estaba tratando de descifrar ese sabor cuando miro a mi izquierda y veo a cuatro chiquillas que hablaban amenamente al tiempo que se movían al son de un horrible sonido que no alcanzó a recordar (decían que era música, JA, JA, JA, así en mayúsculas). Trato de observarlas y entre ellas veo una que se distinguía. Rubia, pequeña, guapa, mmm... curiosa, curiosa, y pienso: "voy a decirla que soy suyo", falsa alarma de valor contenido. Sabía de antemano que no me atrevería a decir nada. Entonces pienso: "quizá ella me mire y sienta un flechazo que la deje enamorada y entonces aproveche la primera oportunidad para lanzarse a mis brazos". No sé cuál de las dos ideas era más estúpida , entonces pego otro trago, ¡joder, que malo está esto!, me espabilo y entro en razón.

La cosa es que un rato después noto como los astros convergen por mí porque... ¡siento a la chica cerca!, je, je, tranquilos tampoco estaba tan cerca, culpa de la acumulación de personal, la chica no se llegó a lanzar a por mí. Pues ahí andaba yo, con la chica a unos centímetros a mi izquierda y entonces, nose que desconocida voluntad se cruzó en mi mente, que me digo: ¡qué cojones, voy a ver que me dice!, ¡¡oh, sorpresa, iba a decirle algo!!, así que la evaluo y me doy cuenta de que sus tres amigas vestían de negro y ella de blanco impoluto. Puede ser una opción. Así que, por una vez, el cervatillo se convierte en león y me acerco a ella.

- Oye, a ti te han engañado tus amigas, esta noche se vestía de negro - digo en mi inmensa sabiduria.

Me mira y se calla. La noto sonreir pero, aunque no me dice nada, noto en sus ojos la pregunta: "¿porqué me estas hablando?". Ups, vaya, con este silencio no contaba, mi disco duro no está preparado para esta situación, ¡necesito un plan de emergencia! No sé, trato de continuar bromeando.

- Deberíais hablar más entre vosotras, teneis un fallo de comunicación.

¡Óle, óle y óle!, ¡que capacidad la tuya!, ¡ahora sí que te la comes! Donde han quedado los ¿cómo te llamas?, ¿vienes mucho por aquí? o el clásico, ¿que hace una chica como tú en un lugar como este?... vale, vale, demasiado clásico.

La chica me vuelve a mirar y en su mirada leo un tajantísimo: ¡¡apártate de mí!!

¡Sirenas, alarma roja!, me quedo en blanco, no sé que decir, ¡leven anclas, larguémonos de aquí! Una idea pasa por mi cabeza y pienso: "me voy a acercar de nuevo a ella y le voy a decir "oye, no sé, mandarme a la mierda aunque sea, pero dime algo, ¡que esto es muy triste!" entonces le pego otro lingotazo a la copa, ¡joder, que malo está esto! y, de alguna manera me espabilo y vuelvo a pasar de león a cervatillo.
Me giro hacia los chavales. Nada, vuelvo a ser yo, ah, mira, otra chica guapa, quita, quita, esto es mucho para mí.

En fin, una bonita experiencia. Es divertido esto. Al menos me cierran el bar con el "Carmina Burana" a todo volumen, ¡qué grande!

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