lunes, 5 de enero de 2009

Conformismo enemigo

Los caminos no siempre llevan a un solo destino. Son transitados, sí, y quizá sean terrenos allanados sin un solo bache sobre el que tropezar y probar cuál vivo está tu aguante. Todos, entes cegados por los halos del sol del conformismo, adhieren sus ojos a las baldosas donde se arrastran unos tras otros, envueltos en polvo y desidia.

¡Girad, necios!

El cruce de caminos os muestra un sendero oculto y voraz a los ingenuos. Reservado solo a la voluntad de los audaces, para quienes la fortuna tiene presente su dicha. Un camino donde sus espinas se convierten en retos al espíritu, y sus rosas mecen el aire con su aroma, un camino libre de palabras vacías y esfuerzos baldíos.

¡Ten valor y escucha al viento, pues él te conoce y te despierta!

Conformarse con vagar por la vida junto al resto del rebaño no te conducirá más que a la sepultura, precoz o tardía, con la conciencia apagada y tu recuerdo sombrío. No ser más que polvo a los ojos del tiempo.

El ser único sobrevive. Ya sea a la totalidad de sus actos o al rumor, ligero y frágil, de no más que una centellada de individualidad, tan solo un pequeño paso al camino que se abre a un lado, aquel que dibuja los indemnes trazos que los sueños enmarcan en los corazones aun vivos. La grandeza de saberte capaz de levantar la vista y navegar contra el viento. Ser fuerte para mirar a los ojos al desdén, a la mediocridad, a la simpleza,... y volverles la espalda con presta ironía.
Dicen que soñar es signo de debilidad, la cobardía de quienes no tienen el arrojo de enfrentarse a la realidad, y no entienden de la osadía de quienes tienen ese sueño, y cabalgan veloces aferrados a las crines del caballo que mueve las manillas del tiempo, en pos de esa meta, de la puerta a la inmortalidad de la memoria, del alimento que mantiene vivo al alma, del ser único entre tantas ovejas.

Cierto es que la vida es corta, y que duro has de batallar por tan solo un aliento mas. Que la vulgaridad que en cada esquina espera, no es una afrenta que nos toma desprevenidos. Ya conocemos sus cartas, sabemos de su jugada, y aun así, las mentes desvalidas, como una hormiga a nuestros pies, entornan los ojos y ofrecen su abrazo sin repulsa ni agobio.

¡Qué la fortuna se apiade de ellos!

¡Qué el tiempo, al menos, les prive de desdichas!

Pobres desgraciados. Incapaces de callar, de escuchar, de mirar si dentro de sí mismos aun ese sueño aletea dando bocanadas de ilusión, escupiendo a sus oídos:

“No te conformes con la nada, aun tu vida puede ser extraordinaria. Quizá todavía puedas sentirte vivo”

La noche aciaga pronto al incauto. Corta presta las alas del Halcón que libre vuela en busca de alimento. Caer y levantarse. Tropezar y, aun así, volver a ponerse en pié. ¡Qué volubles son las esperanzas del hombre!, ¡qué frágiles son sus sueños!
Cuando no se es capaz de hablar por sí mismo, ¿de qué sirve pensar?
¿De qué sirve un ideal, si tus manos ahogan tus propios ojos?
Pues ese conformismo, pudre las raíces de aquellos que confunden sencillez con simpleza. De aquellos insensibles vestigios de un pasado abrupto y vacío, que no entienden que no han de erigirse en genios para ser únicos, que no comprenden que esa rima que les pedía Whitman, puede escribirse con tan solo el roce de unas líneas, con tan solo unas palabras susurradas. Letras talladas en la conciencia de la identidad. La voz que brota del alma humana. Ese aullido que dicta:

“¡Yo no quiero ser como tú!”

2 comentarios:

Juanki dijo...

Oye! Muchas felicidades por la publicación de tu relato. Si encuentro alguna copia quiero que me la firmes!

Juanki dijo...

Oye! Muchas felicidades por la publicación de tu relato. Si encuentro alguna copia quiero que me la firmes!